22 de agosto de 2015

El corazón que cedió y paralizó los corazones que gozaban de su humor

Diariamente hay noticias que nos hacen preocuparnos, reflexionar sobre el mundo en el que vivimos y por supuesto que no pasamos por lo alto. Hace no mucho en un programa de televisión escuché a Fernando Esteso decir que seamos felices pero que no se nos note porque acabarían poniendo un impuesto a la felicidad y nos la arrebatarían. La noticia que ha conmovido a Argentina y una gran comunidad el 21 de agosto de 2015 aunque no afecte a los grandes males planetarios, afecta a nuestros corazones y nuestro sentir.

Cuando estamos acostumbrados a que alguien esté haciendo reir durante casi 48 años (el aniversario es el 4 de septiembre) pensamos que al menos perduraría al grupo. Pero no ha sido así. El corazón de Daniel Rabinovich, componente de Les Luthiers, ha dejado de latir. Y no puede decirse que sea una gran sorpresa para los que seguimos la vida del grupo. Bien es sabido que las dolencias cardiacas y sus respectivas operaciones empezaron en la década de los noventa. Una lucha que ha perdido hoy, a los 71 años de edad.

Los que me conocen saben mi devoción a Les Luthiers. Conozco sus letras, textos, instrumentos, vidas, curiosidades y todo lo que es público y notorio ("no, notario público" diría Daniel). Tanta es mi aficción que llegué a comprar unas entradas para una función en Madrid con 14 meses de adelanto. Unas entradas que incluian butacas en primera fila, unos obsequios, un aperitivo, pase a una exposición de instrumentos informales y vistas del backstage, en donde pudimos saludar a Carlos Nuñez, ver afinar instrumentos a Jorge y pasar al fondo a Daniel. No se acercó pero allí estaba. Una de las mejores experiencias de mi vida. Tan fan soy, que cuando en una asignatura del ciclo de Animación Sociocultural nos pidieron realizar un trabajo consistente en hacer una "canción-forum", convencí a todo el grupo para hacerlo de Los Jovenes de Hoy en Día.

Cuando el grupo era joven, en el año 1973, tuvo que enfrentar otra pérdida: el fallecimiento del fundador Gerardo Masana a causa de la leucemia que padecía. El grupo lo pasó verdaderamente mal. Iniciaron una terapia grupal y cesaron la actividad. Y qué casualidad, fue Rabinovich quien dijo estas palabras:
Muchachos, tenemos que continuar. Hay que volver a las representaciones. Si suspendemos otra función, no subiremos más al escenario. Por más duro que sea, hay que seguir. Por Gerardo, tenemos que seguir.*

Así, el "gordo", Daniel (este mote tan cariñoso puede escucharse en El Alegre Cazador que Vuelve a su Casa con un Fuerte Dolor Acá), quiso honrrar la memoria del "flaco" Masana. Ahora, deben seguir por Daniel. Y parece que lo harán. Los reemplazantes intentaran llenar el hueco que deja. Y ya ves, se necesitan a dos para intentar igualar a uno, e incluso así no es igual. Y ojo, solo puedo elogiar a Martín O'Connor, última incorporación al grupo. Pero no es Daniel, aquel cantante, instrumentista y humorista que mayor conexión tenía con el público. Poco esfuerzo le costaba hacer reir a todo un auditorio. A veces con un pequeño gesto valía para que el aplauso calentara el recinto. Quien busque Les Luthiers en el buscador de Google o YouTube encontrará entre las primeras el monólogo Mal Puntuado, La disertación del merengue, Perdónala o Ya no te amo Raúl, todas ellas con una gran presencia de Daniel.

De la larga lista de grandes exitos que se puede mencionar no pasaremos por alto mencionar a uno de sus personajes favoritos: Helmut Bösengeist, de El Poeta y el Eco. También entre ellos se encuentra el político de La Comisión, al que rescataron en el espectáculo CHIST! Pero como ha dejado huella es en la nueva etapa de Les Luthiers, en el que el formato ha cambiado, donde existe un hilo conductor de toda la obra, haciendo un espectáculo mucho más teatralizado. Ramírez y Murena, interpretados por Daniel y Marcos respectivamente, casi dejan de segundo plano a Mastropiero. Estos personajes son los conductores de los shows Los Premios Mastropiero, Lutherapia y Viejos Hazmerreíres, aunque la primera aparición fue en Todo Por Que Rías.

Se hace difícil hablar de él sabiendo que ya no está, que se fue. Aquel que confirmaba ser el primer fan de Les Luthiers, que los admiraba, y que amaba al grupo. Aquel que recuerda con emoción la vez que mientras se recuperaba de una intervención fue al teatro a ver a sus compañeros y rió como nunca. Aquel que disfrutaba de la faceta más folclórica de Les Luthiers y que cantaba y tocaba en la guitarra milongas antes de las funciones. Aquel que recordaba la vuelta al escenario en Barcelona tras haber sufrido un infarto unos meses antes en la misma ciudad.

Son muchas las piezas que podría colocar a continuación, como en otras entradas dedicadas a Les Luthiers. Pero ya he llenado este pequeño e humilde homenaje con enlaces a todo lo citado. A cambio terminamos con la asombra historia que narra el motivo por el que Daniel Abraham Rabinovich se llama así. En estos días de desconsuelo por su fallecimiento, recordemos lo que ocurrió antes de que naciera.
    Abraham K. Halevy hizo un esfuerzo y se incorporó del camastro. Llevaba tres meses tendido allí, víctima de insoportables dolores en las articulaciones. Apoyado en el hombro de su hijo se asomó a la ventana. No había duda alguna: era febrero de 1890 en Besarabia. Los campos estaban cubiertos de nieve. Próximas al establo, bajo los árboles pelados, caminaban unas figuras negras y desvalidas; la mayor de ellas daba saltos ágiles y picoteaba desperdicios.
    —Han vuelto las grullas —comentó Abraham a su hijo Daniel.
    —No, padre: son mamá y mis hermanos; han salido a recoger castañas con el panadero Rabinovich.
    Abraham suspiró hondo: se había equivocado una vez más. A dos cuadras de allí, el río Dniester se esforzaba por deslizarse con sus aguas negras y heladas. A la izquierda se extendían las planicies de Kishinev, tan castigadas por la sequía en el verano pasado. Su viejo instinto campesino le advirtió que este año la cosecha sería abundante; bajo la nieve dormían millones de semillas que, al llegar la primavera, poblarían de papas la comarca.
    —Parece que deparan buenos tiempos al campo —dijo.
    —Como los tuyos —dijo Daniel, el hijo, por animarlo.
    —Y que terminarán sus viejos males.
    —Como los tuyos.
    —Mira el Dniester: su lecho parece más sucio que nunca.
    —Como el tuyo —rubricó el hijo.
    Pero Abraham se había equivocado una vez más. Al llegar la primavera, el sol se anticipó furioso y quemó las semillas. La cosecha se redujo a cuatro papas agrias que no sirvieron para destilar vodka sino vermífugo. Pensó que su tierra se estaba hundiendo lentamente en una quietud baldía. Añoró los viejos tiempos del vaivén geopolítico, en que reinaban actividad y movimiento. Suspiró por la época en que, después de haber sido parte del Principado de Moldavia, Besarabia, como una mujer fácil y caprichosa, pasó al Imperio otomano, y luego se marchó del brazo de los tártaros de Crimea y en 1812 se puso a disposición de Rusia.
    —Besarabia ya no es lo que fue — Abraham comentó deprimido a Daniel—. Esto se va a volver un desierto. ¡Quién tuviera un pasaporte para salir de esta tierra paralítica!
    Una vez más se había equivocado el pobre viejo. Mal podía adivinar que en 1918 la región pasaría a ser parte de Rumania; que en 1944 ingresaría al mapa de la Unión Soviética; que llegaría
a tener tres millones de habitantes en 1982, según el Diccionario General Ilustrado, y que en 1991 sería parte de la nueva república independiente de Moldavia.
    —¡Si por lo menos tuviera la salud envidiable del panadero Rabinovich! —se lamentó.
    Esa noche murió el panadero Rabinovich, víctima de un derrame cerebral en masa. El viejo Halevy permutó a la viuda su trineo por el pasaporte del difunto y reunió a la familia.
    —Cambiaremos de paisaje y de vida. Nos marcharemos primero hacia el norte y luego emprenderemos camino hacia el oriente —les dijo—. Dentro de algunas semanas llegaremos a los
montes Urales.
    —¡Aquí! —agregó, clavando triunfalmente el dedo sobre el mapa—: Aquí, hijos míos, tendréis descendencia y algún día uno de esos retoños de mi sangre se llamará Carlitos y será agricultor afortunado, como yo.
    Pero el mapa estaba al revés. Se trataba de la nueva equivocación de Halevy. En vez de llegar a los montes Urales, arribaron meses más tarde a las pampas argentinas y optaron por establecerse con el falso pasaporte en Buenos Aires. Allí nació, cincuenta y tres años después, aquel esperado
retoño de su sangre. Pero no se llamó Carlitos sino Daniel (Daniel Abraham, en recuerdo del tatarabuelo y el bisabuelo) y no fue agricultor afortunado sino músico y humorista.*
Hasta siempre maestro, Esther y todos los demás no le olvidaremos.
 


*Fragmentos sacados del libro Les Luthiers de la L a la S escrito por Daniel Samper Pizano.

7 de agosto de 2015

¿Educación Social en las Instituciones Educativas? Pues si, y no lo digo yo...

El verano está siendo muy provechoso, hay tiempo para hacer un poco de todo. Estoy ultimando cosillas para este blog, que va a cobrar un sentido diferente a partir de septiembre por motivos que ya expondré. Pero hace tiempo que no escribo, y lo hago ahora para tratar otro tema poco recurrente en el blog.

Son muchos ciudadanos los que aún no entienden la faceta pluridimensional de la Educación Social e intentan que se lo simplifiquemos respondiendo a eso de "¿Pero tú entonces en dónde trabajarías?" o "¿Eso es para trabajar con gente excluida, no?". El perfil de profesionales de la Educación Social puede estar en infinidad de áreas, trabajar con muchísimos colectivos y, por supuesto, en varios ámbitos de la Educación. Bueno, en varios, en los tres: Formal, No Formal e Informal. Personalmente no es una clasificación que me guste, porque la Educación que no es reglada o académica se hace con mucha formalidad en tanto a estructura y objetivos de acción.

En esta entrada vamos a justificar por qué el Educador Social debe estar en los Centros Educativos, que ya lo está, pero usando una expresión rápida está "poco y mal", y si no que le pregunten a los que ya están en ella.

El 30 de Enero de 2006, la Comisión de Definición de Educación Social creada por la Asociación Estatal de Educación Social (ASEDES) hace público un Catálogo de Funciones y Competencias del Educador Social. Las competencias que se detallan en este documento son transversales, o sea, no solo son propias del Educador Social, son válidas para cualquier profesional, sea este del campo social o no. Estas son: competencia comunicativa (capacidad para expresarse de forma satisfactoria y para comprender distintos códigos referentes a los diferentes contextos socioculturales y profesionales), competencia relacional (capacidad de relacionarse con otras personas o grupos a través de una escucha activa y formas de expresión clara), capacidad de análisis y síntesis (capacidad para comprender las situaciones sociales y educativas, diferenciando los hechos que las componen, para establecer una visión de los diferentes elementos que entran en juego), capacidad crítico - reflexiva (capacidad para el estudio y la comprensión de los contextos sociales, políticos, económicos, educativos, así como de los significados, interpretaciones y acciones que se produce en ellos), competencia para la selección y gestión del conocimiento y la información (capacidad para seleccionar, en el continuo flujo de informaciones que producen nuestras sociedades, aquellas que resulten más relevantes y decisivas).

Ya que aquí no se encuentra nada que sea totalmente específico al educador social, se busca en las funciones del Educador Social. Tras la lectura de las funciones singulares y compartidas, se está en disposición de afirmar que todas ellas están relacionadas con la figura del Educador Social en los Contextos Reglados, como en cualquier otro ámbito, ya que el Educación Social es un profesional que debe tener las siguientes funciones siempre para realizar su labor de forma satisfactoria y eficaz. Estas son:

Funciones Singulares
Este grupo de funciones nos permiten dar cuenta de la acción socioeducativa como eje vertebrador y específico del educador social. Se corresponden con un campo de responsabilidad que da cuentas de nuestras formas de llevar a cabo la práctica.
  • Transmisión, desarrollo y promoción de la cultura. Es el campo de responsabilidad correspondiente a las acciones y actividades relacionadas con lo cultural en general y con finalidades tendentes a su recreación, puesta a disposición, aprendizajes a realizar y/o procesos de transmisión y adquisición en forma de bienes culturales que pueden configurarse en diferentes áreas de contenidos.
  • Generación de redes sociales, contextos, procesos y recursos educativos y sociales. Es el campo de responsabilidad que hace referencia a las acciones y actividades intencionadas que favorecen la aparición y consolidación de espacios y tiempos educativos (es decir, de situaciones favorecedoras de procesos individuales y grupales relacionados con las posibilidades de una mejora personal o social) en los diferentes contextos sociales.
  • Mediación social, cultural y educativa. Es el campo de responsabilidad que atiende al conjunto de acciones desarrolladas para enriquecer los procesos educativos individuales o colectivos a partir de acompañamientos, orientaciones y derivaciones que propician nuevos encuentros con elementos culturales, con otras personas o grupos y con otros lugares. La intención es facilitar las relaciones interpersonales, minimizar las situaciones de conflicto y propiciar nuevos itinerarios para el desarrollo personal, social y cultural.

Funciones Compartidas
Este grupo se corresponde con un campo de responsabilidad donde las acciones, actividades y tareas a desarrollar son equivalentes a las que realizan otros profesionales, sin olvidar que lo sustancial y la lógica que define a éstos se corresponden con otras especificidades.
  • Conocimiento y análisis de los contextos sociales  y educativos. Campo de responsabilidad que hace referencia al conocimiento de las dinámicas institucionales y los contextos sociales en sus dimensiones macro, meso y micro relacionados con el desenvolvimiento de un sujeto de derecho.
  • Diseño, implementación y evaluación de programas y proyectos educativos. Campo de responsabilidad que hace referencia a acciones, actividades y tareas relacionadas tanto en instituciones como con programas, proyectos y actividades.
  • Gestión, dirección, coordinación y organización de instituciones y recursos educativos. Campo de responsabilidad que comprende acciones y actividades relacionadas con una finalidad socioeducativa.
La conclusiones que podemos sacar es que la Educación Social, por su evidente carácter pedagógico, debe estar totalmente vinculada a la Educación en Contextos Reglados y así servir de forma complementaria a otras figuras predominantes y formalizadas en estas instituciones como son docentes, psicólogo y orientadores para así conseguir una Educación integral. De lo que hace y puede hacer (que son dos cuestiones distintas) ya hablamos en otra ocasión.