21 de agosto de 2011

El origen de las notas musicales

¡Hola mundo!
Si compartis la aficción por la música y las curiosidades seguro que alguna vez os apréis preguntado como tienen esos nombres las notas musicales (do, re, mi, fa,...) aquí dejo una amena explicación extraida de "Los juegos de Mastropiero" de Carlos Núñez Cortés.

Hasta el siglo X la notación musical se basaba en ciertos signos denominados neumas, figuras gráficas que expresaban con cierta ambigëdad diversos contenidos, como melódicos, rítmicos y tímbricos. La notación era de campo abierto, es decir, sin linea alguna que indicara una relación tonal absoluta. Hacia el siglo XI los copistas comenzaron a añadir una línea horizontal, marcada ya con grafito o con tinta roja, indicando la nota principal o tónica de la melodía.

En el año 1025 el monje benedictino Guido D'arezzo tomó el himno latino a San Juan Buatista y lo convirtió en un acróstico silábico:

Ut - queant laxis
Re - sonare fibris
Mi - ra gestorum
Fa - muli tuorum
Sol - ve polluti
La - bii reatum

Asignó luego, a cada nota musical, la primera sílaba de cada verso, y ubicó las notas dentro de un patrón de cuatro líneas (tetragrama); el resultado fue este: Ut, Re, Mi, Fa, Sol, La.

Cualquiera que haya estudiado un poquitín de música advertirá algunas falencias: una nota menos, el "Si". Señalaremos que en esas épocas oscuras la séptima nota era considerada la nota del diablo, la cual era cuidadosamente evitada. Recién en el siglo XVI la notación musical llegó a la disposición definitiva gracias a tres innovaciones:
  1. Se desestimó la amenaza de Satán y se agregó la séptima nota. Para nombrarla se tomaron las iniciales del santo a quien iba dirigido el himno (Sancte Iohannes: SI).
  2. Para facilitar el solfeo, se reemplazó la nota UT, por la más cantabile DO (tomada de Dominus, señor).
  3. Se añadió una quinta línea al plano de la escritura musical, alcanzando así su forma actual: el pentagrama.
A partir de entonces la notación musical se basó en esas siete notas, más el agregado de otro elemento importante: las figuras, o sea los signos que determinan la duracción de los sonidos.

Núñez Cortés, C. (2007). Los juegos de Mastropiero. Barcelona: Ediciones Península. Páginas 267-268

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